De canguros y hombres.

Un australiano le calza una hostia a un canguro, es la noticia que recoge la prensa a partir de un vídeo que circula por internet. Dios bendiga twitter, Facebook y youtube, referentes de los medios de comunicación.

No pretendo entrar en el acalorado debate de si el animalico se la merecía o si el lugareño entra con la guardia baja, el dichoso video me trajo al caletre la triste, pero curiosa historia, del pugilismo con osos y canguros, célebre durante los siglos XIX y XX.

Recorte del Phillipsburg Herald, 2 de Abril de 1891. Con ilustración muy gráfica de como entrenaba Byrne a su canguro

Nuestra peculiar historia comienza en un zoo de Philadelphia, el periódico local Phillipsburg Herald, con fecha del 2 de Abril de 1891 relata como un cuidador del zoo que iba a limpiar la jaula donde se encontraba el marsupial, observó en este, cierta disposición para jugar, pues se levantaba sobre sus patas traseras y sacaba los brazos como si estuviese boxeando, el ilustre cuidador, admirado, se dejó llevar y muy pronto ambos se vieron cruzando manos, dejando para la posteridad una entrañable e indecorosa estampa. Byrne, que así se llamaba el tipo, viendo las dotes del canguro, decidió adoptarlo como pupilo e instruirlo en el arte del boxeo, no sin antes bautizarlo como John L. en honor a John L. Sullivan célebre boxeador de la época. Si todo ocurrió en el mismo día, no hay constancia, el caso que Byrne nos trajo a John L. y en la misma ciudad, casi un siglo después Silvester Stallone nos trajo a Rocky Balboa ¿Casualidad? Sí.

En Australia, como era de esperar, también tenían sus pleitos con estos animales, varios periódicos refieren casi por la misma época de John L. la existencia de un tal Jack “El canguro luchador” “un animal espléndidamente entrenado y que reta a luchar a cualquiera en el mundo”. Todo estaba a punto para que la rueda de la vergüenza ajena comenzase a girar.

Y así fue, la estupidez se expandió felizmente a lo largo y ancho del globo, dando lugar a todo tipo de espectáculos, ferias, circos, protagonizados por canguros con guantes enfundados y que a modo de exhibición, peleaban contra el primer pelarruecas que asumiera el reto. Si bien, según parece, se trataba de eventos que apostaban más por la comicidad que por la violencia, donde la gracia consistía en observar a un animal adoptar roles humanos con cierto desparpajo. Lo cual no quita que varios animales murieran debido a las duras condiciones de los viajes, los espectáculos viajaban por Europa, América o Australia en una época en la que los conceptos de velocidad y confort eran como poco, dudosos, también se dieron casos de muertes por envenenamiento, dejando para siempre la incertidumbre de si se trataron de despistes involuntarios con la dieta canguril o a rivalidades entre feriantes. Hagan sus apuestas.

El fenómeno tuvo cierta importancia, hasta dejó su estela en el célebre Madison Square Garden de Nueva York. El Garden, por el que desfilaron célebres boxeadores como Alí o Holyfield, antes vio a un canguro botando en un conato de pelea contra un boxeador profesional, tal y como recoge el New York Tribune en Junio de 1893Especial antención merece la exhibición de pugilismo dada en el Madison Square Garden ayer por la tarde […]. Tres asaltos fueron disputados entre «Big Frank» y «Tom» Tully también conocido como «Black Jack». «Black Jack» es un hombre de california llamado a ser una celebridad del boxeo y «Big Frank» es un canguro…” No sigo, ganó el canguro.

A pesar de todo el relumbrón, las modas, como los youtubers, pronto pierden la atención del respetable, y ya para 1900 la gracia de ver a los canguros boxeadores empezó a resultar cargante. No corrieron la misma suerte las peleas contra osos, la historia de estos combates abarca un periodo más largo, y para colmo, sus peleas con humanos eran cosa más seria, donde llegarían a darse amputaciones, muertes y heridas de toda índole… pero eso lo dejamos para otro día.

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