Dicen que es imposible escapar de la muerte, que ella va con ventaja, tiene toda tu vida para cogerte. Sin embargo, las circunstancias pueden llegar a parecer inamovibles, hay personas cuyo destino está escrito a fuego, hagan lo que hagan, no pueden salir de la espiral.
Curiosa historia la de Stiv Bators, frontman de aquella mítica banda de Cleveland, Dead Boys. Irrumpieron en la escena neoyorquina, gritando aquello de Fuck art, let’s rock!. Años locos, existencia efímera, Sex, drugs, and rock and roll era el credo de su religión.
Un negro porvenir acecha tras esas premisas, quizá por ello Stiv Bators decidió cortar y cambiar de aires, Inglaterra concretamente (donde formó Lords Of New Church) y más tarde ¡Le France!, donde la dama negra le estaba esperando.
Totalmente “reformado” como se suele decir, con un planteamiento de la vida distinto, mientras paseaba por un parque de París con su novia, fue atropellado por un automóvil cuyo conductor iba colocado, provocándole la muerte horas después.
Quién lo diría, a pesar del esfuerzo por cambiar, moriría por culpa de las drogas.