Country Blues

A lo largo del siglo XX, y en muchas ocasiones, el Blues ha demostrado ser más que un simple “estilo  musical”, alcanzando la categoría de “forma musical”, admitiendo diferentes enfoques, diferentes formatos instrumentales y diferentes envoltorios o barnices, y pese a todo seguir siendo identificable la presencia de un sonido “bluesero”.

Podemos por tanto entender el Blues como “forma musical” porque permite ser incorporado como estructura formal en la ejecución de diversos estilos musicales, ofreciendo múltiples opciones de interpretación. Así por ejemplo, una banda de Jazz puede tocar blues, e igualmente una banda de Rock, de una forma diferente, puede también tocar blues. El Blues puede ser balada o puede servir para el baile, puede ser canción protesta o canción de cabaret.

Simultáneamente, por supuesto, el Blues ha existido siempre como un “estilo musical” concreto, pudiéndonos referir a diferentes clasificaciones o subgéneros dentro del mismo, como el Blues Rural (o Country Blues, en inglés), el Piano Blues, el Blues Eléctrico, etc.

Teniendo presentes estas dos facetas: el Blues como “forma musical” (adaptable a otros estilos) y el Blues como “estilo musical” en sí mismo, podremos entender más claramente un argumento que, tal vez, no expresé con demasiada claridad en mi último artículo. La idea es, a grandes rasgos, que para comprender en una contextualización temporal correcta la aparición del Rock & Roll en los años 50, no debemos fijarnos en el Blues estrictamente como un estilo musical acotado, sino más bien como una forma musical adoptada por otros estilos musicales contemporáneos.

Lo entenderéis mejor con la siguiente afirmación. El Rock & Roll de principios de los 50 no surge del estilo puramente Blues de finales de los 40, sino más correctamente de estilos musicales más propios de la tradición Jazz, como el Jump Blues (siendo éste un estilo heredero del Swing Jazz de las Big Bands, que abraza el blues como forma musical).Al final, es pura terminología, qué duda cabe. No obstante, si atendemos a los artistas implicados y a sus trayectorias, veremos que muchos de los sonidos rocanroleros de finales de la década de los 40, salvo ciertas excepciones, son fruto del trabajo de músicos con un pasado en orquestas Swing y no tanto del de bluesmen en el sentido más tradicional del término.

Propongo esta visión frente a la más extendida concepción del Blues de Chicago (de los años 40 y 50) como antecesor directo del Rock & Roll. Cuando hablo de Blues de Chicago, pensad en el Blues Eléctrico de gente como Muddy Waters, Howlin’ Wolf o Sonny Boy Williamson II.

Según mi criterio, esta pequeña “deformación” (Satán me libre) de sobreestimar el Blues de Chicago como predecesor del Rock & Roll de los 50 se debe a la enorme influencia que efectivamente ejerció sobre la música Rock de los años 60 y parte de los 70, y que se ha filtrado hasta nuestros días. Y genial que así sea, que conste, no tengo nada en contra del Blues de Chicago, ¡¡ni mucho menos!! Solo quiero puntualizar que, si el Rock & Roll es la manzana, el BLUES no es la rama, sino la raíz; y el Blues de Chicago, otra rama paralela (coetánea).

Todo lo que estoy diciendo, habla a favor del Blues, que no os quepa ninguna duda. Precisamente por haberse convertido en forma musical, más allá de estilos y subgéneros. Por haber calado tanto en el imaginario colectivo de los músicos, primero en Estados Unidos, y después en muchos otros países (principalmente en los llamados “occidentales”).

Tratando ahora de identificar la esencia del BLUES como raíz, considero que la música más auténtica y fundamental, y la que condensa todas sus tan inspiradoras “bondades”, reside en aquel Blues
Rural de los años 20 y los años 30.

Comento ahora algunos argumentos al respecto:

Primero, por su evocadora autenticidad, su capacidad para transmitir cruda emoción, lo
que tantas veces llamamos “feeling”. Y no me refiero a un sentimiento de tristeza. El Blues no nos pone tristes, de hecho, más bien es la cura: “Blues is the healing”, decía John Lee Hooker. Puede ir cargado de melancolía, de desgarro, pero también de vitalismo, de ganas de comerse el mundo, de comerse la noche, de comerse a esa chica…

Podéis ahora escuchar esta composición de Blind Willie McTell, con su curioso trabajo de guitarra y su narrativa. Una joya.

BLIND WILLIE MCTELL –
“STATESBORO BLUES” (1928)

 

Segundo, por su extrema originalidad y frescura, encontrándonos con solistas  inconfundibles e inimitables, desarrolladores de un estilo totalmente personal, y escapando en muchas ocasiones de la rigidez de los 12 compases.En nuestros días, estamos acostumbrados a entender el Blues como una fórmula mucho más estandarizada, y en cierta parte, es verdad que la estandarización ha sido siempre una característica inherente al Blues. No obstante, en los años 20 y 30 las particularidades estilísticas entre los diferentes artistas eran mayores. Como ejemplo, esta canción de Charlie Patton afinado en Mi Abierto (Open E), donde habla, sin alusión directa, de la adicción a la cocaína. Si os fijáis, cuando canta la letra, deja sin concluir cada verso, omitiendo la palabra “spoonful” (cucharada, pizca), que en su lugar verbaliza con la guitarra.

 

CHARLIE PATTON –
“A SPOONFUL BLUES” (1929)

 

Tercero, por la crudeza que manifiesta, alejándose de clichés comerciales y estilísticos, tanto en su música, indomable y apasionada, como en sus letras, muchas veces tratando temas como la miseria, la fatalidad, el sexo o las drogas.No hay nada más heavy o macarra que un blues de los años 20, pero para entenderlo hay que mirar más allá de la pizarra, de los surcos y del sonido cacofónico.Como muestra, la canción que podéis escuchar a continuación narra la desesperación de un alcohólico (el propio Tommy Johnson) que recurre a la ingesta de alcohol de quemar para saciar su sed. “Canned heat” puede traducirse como “calor enlatado”, en alusión al alcohol que se empleaba como combustible en las antiguas cocinas domésticas.

 

TOMMY JOHNSON –
“CANNED HEAT BLUES” (1928)

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Cuarto, porque mantiene una pureza extraordinaria, siendo un buen reflejo del tipo de Blues
primitivo y original que podríamos escuchar en los albores del siglo XX. Supone un vínculo directo con la tradición y cultura negras.
Apreciad la siguiente canción. Expresa el lamento de los esclavos en los campos de trabajo para la construcción de diques (levees) como protección frente a las crecidas de los ríos.
 
ALGER “TEXAS”
ALEXANDER – “LEVEE CAMPS MOAN BLUES”
(1927)

 

Quinto. Porque en ocasiones presenta también un punto extravagante y bizarro, arcaico a la vez que atemporal, y por lo tanto, esotérico e incluso futurista. (Toma ya)

 

GARFIELD AKERS –
“COTTONFIELD BLUES, PART 2” (1929)

 

Un universo sonoro acojonante, que os recomiendo que investiguéis. Al principio cuesta hacerse al oído, es verdad, pero si conseguís que esta música os cale, os habréis hecho uno de los mejores regalos en lo que a disfrutar la música se refiere…

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