Nazi Punks Fuck Off: como Black Flag, Bad Brains y más expulsaron a los supremacistas blancos de la escena.

El autor de este artículo es Steve Knopper para la revista GQ -una publicación americana dedicada a la moda y a estilos de vida-  originalmente publicado el 16 de Enero de 2018. La traducción ha sido realizada por SinPunkToFijo. Podéis ver el artículo original: haciendo click aquí.


Una historia oral de la lucha contra los Nazis.

Todas esas bandas de hardcore de los ochenta que tanto te gustan, e incluso posteriores, desde Black Flag a Minutemen a Fugazi, tienen desafortunadamente una cosa en común: skinheads nazis* que reventaban sus conciertos, golpeaban a sus fans, levantaban la zarpa en vez de aplaudir, y en general provocaban conflictos dejando una estela de odio y mal rollo. Los punkrockers habían flirteado con la imaginería fascista para provocar, con Sid Vicius de los Sex Pistols y Siouxsie Sioux luciendo esvásticas en público, pero, tal y como recuerda Howie Klein seguidor de la escena y fundador del sello Reprise Records: «De repente, apareció gente en la escena que no entendía lo de ‘fascista: malo'»

Por 1980, los seguidores del punk más violento tomaban los conciertos «El pogo se convirtió en el mosh, y algunos no parecía que estuviesen allí para disfrutar de la música, si no para golpear a otra gente, muchas veces de forma ruin y cobarde» apunta Jello Biafra, cuya banda, Dead Kennedys, publicó un tema sobre ello en 1981: «Nazi Punks Fuck Off» (Nazi Punks a la mierda)

En la era de Trump y la alt-right, Charlottesville, y «los extremos se tocan», luchar contra los nazis tristemente no es una novedad, y los veteranos de las batallas hardcores contra boneheads están encantados de ayudar con sus consejos e historias. (Spoiler: La mayoría opta por hostiar a los nazis en la cara).
Aquí os dejamos con la historia oral de como los punks recuperaron su escena.

Deek Allen (cantante de Oi Polloi): Comenzamos a tocar en 1981. Desafortunadamente empezamos a tener problemas con los nazis bastante pronto.

Henry Rollins (cantante de Black Flag): Algunos boneheads pensaban que los punk rockers eran débiles o algo así, entonces se les ocurrió ir a los conciertos como a demostrar quienes eran los hombres de verdad.

Mike Watt (bajista de Minutemen): La primera vez que Minutemen tocamos en el extranjero íbamos con Black Flag de gira. Tocamos en la sala Paradiso (en Amsterdam) en Febrero del 1983. Allí estaban esos chavales vistiendo chupas verdes, con botas enormes y el pelo rapado. Con el Sieg-Heil como saludo. Habría como unos veinte… Buscaban llamar la atención y  andar incordiando. Así que tocamos sin parar para no dejarles el hueco con el que molestar entre canción y canción. Con lo que no pudieron hacer nada. Les respondimos con nuestras canciones.

Thor Harris (batería de  Swans; y creador del vídeo: «How to Punch a Nazi» ): Recuerdo conciertos como el de Scratch Acid, donde los boneheads se apoderaron del mosh, que generalmente es algo amistoso, si alguien se cae pues todo el mundo le ayuda a levantarse, pero claro, los nazis lo convertían en todo lo contrario.

Rollins: Algunos punkrockers les respondieron, pero el problema duró años. Fue una mezcla de testosterona, Reagan, ignorancia, ira, y juventud. Algunos de esos muchachos eran unos mierdas que solo atacaban en grupo, pero muchos otros eran tipos chungos de verdad que disfrutaban con la violencia rollo la Naranja Mecánica. No era broma.

Bob Chamberlin/Getty ImagesBob Chamberlin/Getty Images

A mediados de los ochenta, los chavales que querían disfrutar del rock and roll y simplemente estar con sus amigos y pasarlo bien, tenían que soportar la confrontación entre antifascistas y nazis que existía en la escena. Para hacer las cosas más complicadas, tanto skins antifascistas como boneheads se rapaban la cabeza, y solo a través de un complicado código estético era posible distinguirlos.

Rollins: En los días de Black Flag, teníamos problemas con los boneheads en la mitad sur de América. Sobre todo en Florida. Una noche en 1986, asaltaron a nuestro técnico de sonido, le patearon la cabeza y cortaron las líneas de los altavoces. Vinieron los policías, y cancelaron el concierto, nos dijeron que la culpa era nuestra por venir a buscar problemas y que teníamos una hora para abandonar el condado. Mientras nos decían esto, los boneheads estaban a sus espaldas insultándonos por detrás.

Kurt Brecht (cantante de D.R.I. [Dirty Rotten Imbeciles]): En Canberra, Australia,  solo fueron un puñado de ellos, pero estaban dando por el culo delante nuestro. Todo el mundo estaba ahí parado,  me encendí y  grité: ¿Por qué no estáis haciendo nada?».  Y el público me responde «Vosotros os podéis marchar, pero nosotros los vamos a tener por aquí y tarde o temprano nos asaltaran y nos reventarán los coches».

Dave Dictor (cantante de M.D.C.):  Fue en la calle Gilman, en Berkeley, California, en 1988. Los nazis estaban ahí cargando contra el club. Conseguimos echarlos. Venían con bates, palos y hasta tenían un todoterreno que querían usar a modo de tanque. Estuvimos a hostias literalmente como una hora y media. Nadie llamó a la policía. Estábamos como 12 tíos haciendo frente a una treintena. Un colega mío afroamericano estaba con la clavícula rota. Pillé un bate y rompí el parabrisas del todoterreno. Salieron todos pitando, tenían miedo a romper el coche.

Brecht: Decidí dejar subir al escenario al nazi más chungo de todos, le di el micrófono y le dije que podía decir lo que quisiera. Por supuesto, no era muy listo,  empezó a gritar Sieg-Heil y a decir chorradas racistas sin sentido.  Nuestro Tour manager agarró un timbal y le atizó con él en la parte de atrás de la cabeza. Cuando el público vio que lo zumbábamos, todos empezaron a pegar al resto de nazis que habían ido con él.

Keith Morris (frontman de Black Flag y Circle Jerks): Fui testigo de eso que se llama el Wall of Death (Muro de la muerte) en Trento, New Jersey en la sala City Garden. Los nazis iban hasta el fondo se agarraban de los brazos y corrían todos juntos hasta el escenario, si te pillaban en medio, te tiraban, te pisaban, te pateaban. Me bajé del escenario y me encaré con el tipo más grande – probablemente me podría haber dado una buena, y haberme mandado al hospital. Me daba igual, que me pulverizase, estaba preparado para acabar ahí como un charco, un despojo roto en medio de una pista de baile – y de repente fue como si sonasen las trompetas de la caballería, «Da da da da da» y aparecen los gorilas  diciendo «Esto lleva pasando como seis u ocho meses, no nos metemos y al final la peña resulta herida y se acaban pirando. No queremos a estos nazis aquí» Y era como mira, ahora tengo seis gorilas,  ¡somos Los Vengadores, Hulk, Thor y IronMan!

Virginia Turbett/Getty Images

Grupos de nazis empiezan a juntarse en muchas ciudades, usando clubs como el City Garden en Trenton, Nueva Jersey, como base de operaciones. Los artistas empezaron a identificar a los cabecillas más violentos de cada sitio.

Steven DiLodovico (coautor del libro No Slam Dancing, No Stage Diving, No Spikes: An Oral History of the Legendary City Gardens): Ya sabes, la mitad de los Circle Jerks son judíos, así que era muy ofensivo. Keith Morris mide como 1,60. Ellos tampoco eran muy grandes, pero se pegaban con la peña sin importarles nada. No se iban a dejar intimidar.

Morris: Cuando los gorilas se pusieron de mi parte, los boneheads se sintieron traicionados, les habían parado los pies.  «¡Oh jolín! ¡pobre de mi!». Al final de la noche, cuando todo el mundo se fue, nuestro equipo seguía en el escenario, estábamos celebrando que les habíamos plantado cara y los porteros estaban con nosotros de risas. De repente apareció el dueño diciendo «vamos a tener que esperar aquí unas horas». Fui a la salida, abrí la puerta, y vi en el parking a los nazis en cuatro o cinco coches dando vueltas esperándonos. Un par de horas después se piraron.

Allen: Estábamos de gira con unas bandas punk filandesas y tocábamos en Tallin, la capital de Estonia. Cuando llegamos a la sala los filandeses nos dicen «No os lo vais a creer hay una banda de boneheads tocando y tienen temas como negrata vuelve a la jungla» nosotros nos quedamos en plan ¿Cómo?

Darryl Jenifer (bajista de Bad Brains): Durante mis cuarenta años en Bad Brains, me topé con lo de negrata tan solo un puñado de veces. En los ochenta estábamos tocando en Oklahoma. Una chiquilla punk vino y me dijo «Me encanta tu banda, pero mi novio y sus colegas son nazis, y van a venir a patearte el culo» Pero nunca vinieron. Así era con Bad Brains. Nadie venía a llamarnos negratas a la cara. Creo que fuimos los únicos que no tuvimos que aguantar esa mierda. Al estar rodeados de cultura blanca supongo no me llamó la atención. Y eso que hasta de gira nos topamos con gasolineras del Ku Klux Klan.

Allen: Hubo conciertos donde había nazis, así que nos plantábamos y decíamos «No vamos a tocar hasta que estos soplapollas se vayan». Una vez de estas decidimos actuar. Salimos y empezamos a tocar temas sobre el fascismo y el racismo. No fue muy bien la verdad… Me golpearon y yo le aticé a uno con el pie de micro, entonces se lió una tangana de la hostia, como en una peli de vaqueros. El resto del público no se metió, se quedaban mirando como si fuese un espectáculo. Menos mal que nos ayudaron los dueños del bar, unos rusos que sacaron unos palos de madera de debajo de la barra y empezaron a repartir hostias a los nazis.

David Lowery (cantante de Camper Van Beethoven): Lo que hacíamos era tocar esas canciones rápidas de ska. Entonces la gente corría en círculos y bailaba, y eran felices hasta que comenzábamos a tocar algo que les ofendía. Recuerdo una vez tocando para los Veteranos de Guerra o los Caballeros de Colón. Había como 800 personas, en Chico, California, y la peña se puso de mal rollo con nosotros. Eramos hippies, teníamos el pelo largo, tocamos Wasted y White Riot en plan country y la cosa no fue bien. Entonces empezamos a tocar esos temas rápidos de ska y fue como tenerlos controlados. Recuerdo haber dicho «No creo que salgamos de aquí de una pieza. No se si tenemos suficientes temas de ska para los 25 minutos que nos quedan de concierto»

Doug Kauffman (promotor de conciertos en Denver ): Daba miedo que toda esa mierda se colase en tu concierto. En el último bolo de  Warlock Pinchers en el Gothic Theatre, aparecieron gritando lo de sieg-heil, y toda la gente se encaró con ellos, decían «ya hemos aguantado bastante esta mierda». De repente esa falange de boneheads desapareció a escape por la puerta delantera y nunca los volvimos a ver. Fue increíble, la gente de forma colectiva  se plantó «Somos unos 700 y vosotros 40, ¿ahora qué?» Salieron corriendo con sus botas, sus bombers y sus cabezas rapadas, desaparecieron de la sala y te juro por Dios que se acabó el problema.

Rollins: Una vez tenía a un grupo de adolescentes sebosos haciéndome el saludo nazi, no podía tomármelos en serio. Les dije que no aguantarían ni una semana en un campo de entrenamiento militar, así que mucho menos en el Tercer Reich. Se volvieron locos.

Richard McCaffrey/Getty Images

Milagrosamente, la violencia fascista en los conciertos punks raramente provocó heridos graves o muertes. Sin embargo, en 2006 en San Bernardino, California, en un concierto en el que los nazis gritaron consignas racistas, causaron unos disturbios en los que se vieron involucradas 1500 personas, dejando varios heridos de gravedad y una persona apuñalada.

Harris: Generalmente andábamos pendientes. Si veíamos a alguno de esos nazis que hacía algo o agredía a alguien en el pit, lo agarrábamos y sacábamos a hostias del concierto. Si había porteros en la sala, no había problema en que ellos lo hicieran. Así que nunca vi a alguien que resultase herido de gravedad.

Tobin Bawinkel (cantante y guitarra de Flatfoot 56): En el Crocodile Rock Café en Allentown, Pennsylvania, había un grupo de boneheads. Fue antes de la historia esta de la alt-right. Estábamos tocando una versión de «We’re not gonna take it» de los Twisted Sister como en plan coña. Tres de los nazis más grandes que haya visto nunca,  empezaron a levantar la zarpa en medio del pit. Me encendí. Me volví loco y empecé a gritarles «Aquí no sois bienvenidos, no os queremos aquí, no sois bienvenidos». Se pararon y se quedaron mirándome fijamente. Toda la gente de las bandas que estaban con nosotros de gira salieron a apoyarme con bates o cualquier cosa que pudiese servir de arma diciendo «vamos, Tobin se está enfrentando a los nazis, ¡hay que largarlos de aquí!»

Brecht: La verdad que tuvimos un montón de broncas. Y normalmente no eran nazis.  Era gente normal. «Has empujado a mi novia y le has tirado la cerveza!»

Rollins: Cuando conseguía poner al público contra ellos era curioso ver lo afligidos que se quedaban, era como si no fueran conscientes del odio que realmente les tiene la gente. Este me parecía el método más efectivo. No es cosa mía andar instruyendo a la peña para que vaya ahí a pegarse, pero si que puedo decir algo que haga que la gente se ría de los nazis, esto da fuerza a la gente adecuada, y desmotiva a la gente adecuada.

Lowery: No se puede decir que fuese una campaña planificada de vamos a derrotar a los skins nazis y facistas, pero si que estábamos concienciando al público e intentando barrer a esa gente. Puede sonar ridículo, pero al respecto publiqué algo en Facebook después de lo de Charlottesville que a mucha gente le gustó pero a otros no «No les demos el placer de que les tomemos en serio»

Allen: Ciertamente la situación en América es peculiar, con un montón de armas por ahí. Un problema que afortunadamente en Europa no tienen.  Por otro lado aquí hay unos principios muy firmes: No te dejes pisar… Y personalmente, miembros de mi familia fueron asesinados y llevados a campos de concentración por los nazis. Si piensas que puedes debatir y razonar con ellos, te vas a llevar una desagradable sorpresa.

Jenifer: Una vez mientras estaba en Europa un chaval me dijo «Vete a casa, puto Yankee negrata» y me escupió. Salté del escenario para darle lo suyo. Se quedó acojonado en plan «No tio» como diciendo «me van a patear el culo» Lo cierto es que no podía tomármelos en serio. Los skins de verdad les reventarían. Te daré otro ejemplo. Estaba yendo al baño antes del concierto y un tipo me siguió. Cuando salí me dijo «Señor Jenifer, quiero que sepa que antes era un racista, un skinhead y un gilipollas, pero gracias a su grupo, dejé todo eso, cambié, ahora tengo mujer e hijos» Eso es para mi, mi disco de platino.

Rollins: Hoy en día la gente evita el el enfrentamiento físico. Cuando era joven, era una nariz sangrando, alguna puñalada. Ahora es una pistola debajo del asiento. Cuando pegas a alguien, puede ser considerado agresión y que acabes en prisión dejándote un dineral en multas y abogados. Los manifestantes deben entender que estos elementos están preparados para provocar y llevarte a una pelea. Ellos están mucho más preparados para eso. Si empiezas a aparecer con casco, equipado y todo eso, pues hay una escalada,  y acabará con alguien vaciando un cargador hacía la multitud. Pienso que acabará pasando de todas formas, pero asegúrate de que no te toque a ti.

 

* Nota del traductor:  He traducido la palabra «skinhead»  del texto  original por «bonehead»; entendiendo que  es un término más adecuado y que debe existir una diferenciación entre los skinheads en general y aquellos que utilizando la identidad skinhead pretenden extender ideas racistas o supremacistas blancas.

Un comentario

  1. no es por andar de sectario anti skinhead (yo mismo escucho oi! y skinhead reggae) pero yo he visto en latinoamerica y en usa a skinheads supuestamente «antifascistas» del sharp y el rash llegar a los shows en grupo a armar jaleo a mirar mal a todo el mundo y a provocar problemas durante las presentaciones, entonces esa actitud pandillesca de plasta y matona de los skinheads no pasa solamente con los boneheads. por eso en algunos shows de punk ska y hardcore ya no aceptan a los skinheads en general.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.