Si existe un estilo musical verdaderamente insondable, amado por unos hasta la extenuación y desprestigiado por otros, ese es el Jazz. Alguna vez he escuchado a algún amigo decir “A mí el Jazz… es que no me gusta…, me parece un coñazo”. ¿Se puede afirmar esto con algún estilo musical? Creo que técnicamente esta afirmación nunca será cierta. El Jazz es tan extenso, abarca tantas décadas y geografías, y tantos sub-estilos y enfoques, que es casi imposible poder admitir “no me gusta el Jazz”.
El Jazz es Louis Armstrong, es Django Reinhardt, es Miles Davis, o es Sun Ra. Puede sonar a algo “hogareño”, captando el sonido de las calles de Nueva Orleans, o puede tele-transportarnos literalmente a Saturno. Todo ello pasando por África, Oriente o Europa. Es una música fervientemente libre y artísticamente provocadora. Fusionable con cualquier estilo que podamos imaginar, ya sea en formato acústico o eléctrico, baile o balada. Todas las combinaciones son posibles.
En entradas anteriores ya he hablado algo del Jazz, o al menos, de parte de su historia. En diferentes posts he escrito acerca del Swing y algunos de sus artistas. Hemos visto cómo el Swing mantiene un gran parentesco con el Rock & Roll. Ya en las big bands de los años 30 y 40 podemos encontrar “diluida” la futura
formación estándar del Rock, esto es, batería, bajo (contrabajo), acompañamiento y solistas.
En mis próximas entregas voy a centrarme en los primeros años del Jazz, trasladándonos atrás en el tiempo
unos cuantos lustros antes del nacimiento del Swing. Para ello, nos dirigimos cual Michael J. Fox a los primeros años del siglo XX en Nueva Orleans, Louisiana.
La primera gran estrella de Jazz de la cual se tiene constancia es Buddy Bolden, cornetista nacido en
1877 que era lo más en los garitos del sur entre 1900 y 1907, año en el que fue ingresado en un centro psiquiátrico por esquizofrenia hasta su muerte en 1931. No se conoce la existencia de ninguna grabación suya. Solamente existe una foto (que podéis ver un poco más abajo) y no han trascendido más que historias y leyendas sobre su existencia y su casta. Se le reconoce como un músico salvaje y bebedor a la vez que
innovador y virtuoso que propició junto a otros músicos de su generación el desarrollo del Jazz como una nueva música con base en el Ragtime y en el Blues.
La influencia de Buddy Bolden se extiende a otros contemporáneos suyos que por su parte sí llegaron a grabar, convirtiéndose en grandes figuras de referencia dentro del Jazz. Entre ellos tenemos a Joe
“King” Oliver (cornetista y líder de banda, principal mentor de Louis Armstrong en los primeros pasos de su
carrera) y a Freddie Keppard, quien en 1915 denegó una oferta de grabación que le habría convertido en el primer artista o conjunto en haber registrado música Jazz en disco.
Freddie Keppard rechazó su oportunidad, y de una manera bastante extendida se reconoce que fueron la
Original Dixieland Jass Band quienes en 1917 realizaron la primera grabación de Jazz de la historia con su “Livery Stable Blues”. “JASS” con dos eses, en efecto. Al respecto, dos apreciaciones importantes. Por un lado, estamos hablando de la primera grabación, y es que como he comentado, el Jazz ya existía desde principios de siglo XX. Simplemente, los medios de grabación todavía no se encontraban demasiado extendidos y el Jazz no era aún un estilo popular. Se limitaba prácticamente a los putis y demás antros y rincones de Nueva Orleans.
Como segunda apreciación importante, fijaros en la palabra “blues” en el título de la canción. El Blues
es una forma muy común en el Jazz, la más común posiblemente. Se reconoce así la existencia previa del Blues, si bien fue curiosamente grabado aquí al estilo Jazz con anterioridad a ser grabado en un estilo blues puro y duro, cosa que no ocurriría hasta los años 20.
(Hasta aquí la primera entrada dedicada al Hot Jazz. Continuará…)