Llevaban encima las marcas de su raigambre, las señas físicas del secular hispano que tres o cuatro generaciones atrás se desplazó a la capital a buscarse buenamente la vida. Los vástagos de hoy, renegados y apóstatas, llegaban ejerciendo de urbanos supuestamente sofisticados. Les saltaban al aspecto los siglos de azada, forraje, moscas y grasas animales. Y sin embargo hacían chistes sobre los tufos del campo, alardeaban de su conocimiento del callejero capitalino, exhibían pegatinas del oso y el madroño y se reían de todo lo que veían en Zarzahuriel, con los aires colonizadores de los metropolitanos imperiales. Les hacía gracia tirarse pedos y eructos, como a cabestros en un cuartel chusquero.
Independientemente de cómo fuera la de sus ancestros, ellos no lucían expresión de listos. Su comportamiento no contravino nunca esta sensación. Los tanques en los que venían en convoy no pequeño diríanse antes adquiridos con el dividendo del pelotazo, la recalificación o el trafullo en la suspensión de pagos que con las rentas del talento. Les tiraba la ostentación, esa forma que tienen los advenedizos y los acomplejados de expresar su confusa relación con el dinero.
Llevaban la marca de la ropa tan a la vista que Manuel podía leer las letras desde el sobrado. Fuera de esto, iban muy rotulados de indumentaria, con mensajes que muchas veces resultaban de desconcertante desajuste. Había varios que tenían que sujetarse las barrigas a pulso con las manos, y vestían camisetas de gimnasios. Una que no salía sin las joyas llevaba en la camisa el circulito de los hippies. Otro muy asnal se presentaba con la leyenda Oxford University, desprestigiando a un claustro que no le habría admitido en la casa sabia ni como cadáver donado. Banderas de países, lemas contradictorios, proclamas ininteligibles. Les podían endilgar en la chupa el anagrama de un club de balonmano de las Molucas o de la Baader-Meinhof y ellos como si no, empecinados en hacer eslogan de causas que no parecían llevar comprendidas.
Los Asquerosos (2018)
Santiago Lorenzo.