Este año Trojan Records celebra su 50 aniversario. Un sello que se ha convertido en el embajador y referente de la música jamaicana. Ha vivido grandes momentos y otros… menos buenos. Pero desde su fundación ha sido toda una autoridad dentro de la escena skinhead más tradicional, divulgando estilos como el ska, el rocksteady, el reggae, el dub…
Su logo, el casco troyano, se convirtió en un emblema de la lucha antirracista. Adoptado a finales de los ochenta por el movimiento SHARP de Reino Unido, –skinheads against racial prejudice, en castellano skinheads contra los prejuicios raciales – , con la intención de desligarse de los jóvenes skinheads captados por colectivos identitarios de corte racista y fascista como el National Front. El troyano, préstamo del sello Trojan Records, simbolizaba la vuelta a los orígenes, reclamar el carácter antirracista de los skinheads originarios y la importancia de los inmigrantes en la música y en la tribu urbana a la que pertenecían.
Un troyano en el Caribe
Las guerras entre troyanos y espartanos pillan un poco lejos a la isla de Jamaica, la adopción de este símbolo por Trojan Records va por otros derroteros.
En los años 40, a causa de las duras condiciones políticas y económicas que pesaban sobre la isla, aún bajo dominio británico, se había popularizado entre los habitantes de los ghettos de la capital, Kingston, una original y barata forma de divertirse: Los Sound System. Ingenios callejeros para pinchar música al aire libre. Al principio muy básicos: un generador, un par de altavoces y un plato, que acabaron convirtiéndose con el paso del tiempo en verdaderos despliegues de sonido capaces de suscribir manzanas enteras a esta peculiar verbena.
La popularidad de estas fiestas fueron en aumento hasta tal punto que desplazaron a las salas de baile y a los locales con música en directo. La capacidad para ‘montarla’ en cualquier parte y lo económico de su propuesta, atraían a todo tipo de público para el que esta era la única forma de escapar de las penurias, el trabajo o las preocupaciones.
Entrados los años cincuenta, uno de los Sound Systems más populares y exitosos era el de Duke Reid. Conocido como Duke Reid Trojan debido a la camioneta de la marca Trojan que usaba para trasportar sus cachivaches. La casa comercial Trojan, hoy desaparecida, tenía una de sus fábricas en la capital Jamaicana, por ello y por el bajo coste de sus vehículos, estos podían verse con frecuencia por las calles de Kingston.
Fiesta, música y pistolas
El éxito de Duke Reid se debía tanto a lo acertado de sus selecciones musicales como a su eficacia a la hora de ‘expandir el negocio’. El bueno de Reid, antiguo policía, había entregado la placa pero no la pistola, y no dudó en valerse de ella y de la ayuda de reputados rudeboys, para imponerse en el ya lucrativo y competitivo negocio de las Sound System, que apuntalaban sus ganancias gracias al cobro de pequeñas entradas a los asistentes y a las comisiones que se cobraban a las tiendas de licores adyacentes.
‘Aquí viene el troyano’ era el grito impaciente de los asistentes a la fiesta, la calle se llenaba de gente de todo tipo, para bailar, beber, ligar… Las canciones determinaban la acogida de una Sound System, y había una competencia feroz por hacerse con los temas más bailables. Era bastante habitual que los disc-jockeys rayaran las etiquetas de los vinilos para que ningún otro identificase la canción y se hiciese también con ella.
El retorno de muchos jamaicanos procedentes de EEUU tras el crack del 29, había popularizado la música de raíces negras de ese país, sobre todo el Rhythm and Blues. Esa lucha por la exclusividad de los temas, llevó a Duke Reid a producir y grabar su propia música. Para ello contó con incipientes artistas jamaicanos como Derrick Morgan, Stranger Cole, Eric Morris… que empezaron a imprimir su propio estilo a las bases del R&B y a dar los coletazos iniciales de toda una nueva vertiente musical.
A pesar de que la intención inicial era pinchar los temas en las fiestas y tener así la exclusividad, no tardaría en darse cuenta del potencial que había en la publicación de esas grabaciones y su distribución por las radios. Esto acabaría aumentando tanto su reputación como el tamaño de su cartera. Así, a través de distintos sellos creados por él mismo, Trojan, Duke Reid, Dutchess y Treasure Isle, inundó la escena musical con sus producciones, activando la espoleta del sonido jamaicano.
De Kingston a Londres
Hemos nombrado el sello Trojan entre las marcas de distribución de Duke Reid, pero aunque coincide en nombre, no se trata del mítico Trojan Records, este no sería fundado hasta años después, en 1968 en Reino Unido, por dos inmigrantes jamaicanos: Lee Gopthal y Chris Backwell.
Lee Gopthal, establecido desde hacía muchos años en Londres, contaba con una gran trayectoria dentro de la promoción y producción de música jamaicana en Inglaterra, y tras el éxito del single Israelites de Desmond Dekker lanzado por un sello que él había creado, decidió unir fuerzas con su paisano Chris Backwell y crear un sello potente para lanzar los grandes éxitos del ska, el rocksteady y demás. Era el nacimiento de Trojan Records. El nombre, había sido bien escogido, un homenaje a ese pionero que en su tierra fue Duke Reid y por extensión a su furgoneta cargada de altavoces, discos y etapas de potencia.