«La mayor decepción para todos los que padecimos el régimen nazi fue el trato benigno que los nazis recibieron por parte de los aliados. Todos supusimos que a la ocupación le seguiría una limpieza, que los británicos y estadounidenses llegarían y -tal y como habían hecho los rusos- lo primero que harían sería reunir al conjunto de nazis sospechosos y asegurarse de que todos los que habían estado en el poder no lo recuperaran. Sin embargo, muy al contrario, en muy poco tiempo vimos cómo esas mismas personas que se habían dedicado a aterrorizarnos retomaban el mando».
«Los alcaldes, los jefe de distrito y ex funcionarios regresaron a sus puestos. Muchos de mis amigos se sintieron tan decepcionados que abandonaron Alemania. Un nazi particularmente cruel, para el que había trabajado en una fábrica de caucho durante la guerra, volvió a estar al frente de la misma fábrica. Y lo mismo pasó en todas partes».
«Se produjo otro fenómeno: la desaparición de los nazis. Habíamos visto fotografías de miles de ellos gritando y vociferando: «Heil Hitler», pero ahora, si le preguntabas a cualquier si alguna vez había sido nazi, te decía «¿Yo? ¡que va, ¡nunca!»».
«Creo que, en ese sentido, los peores fueron los estadounidenses. Confraternizaron en seguida con ellos. Los jefazos de EEUU vinieron, en un ostensible esfuerzo por organizar las cosas sin tener que enfrentarse a ninguna clase de problemas, no tardaron en hacerse amigos de los antiguos nazis».
«Creo que fue una decisión tomada desde arriba. Es preferible lidiar con los nazis y tenerlos de nuestro lado. Será mejor que no nos tomemos la desnazificación demasiado en serio. Participemos en el proceso pero sin ofender a mucha gente. Al final terminaremos necesitándolos».
HANS MASSQUOI
(Nacido en 1926, creció en pleno nazismo como niño negro, hijo de madre alemana y padre de Liberia)
Testimonio extraído de “La Guerra «Buena» : una historia oral de la Segunda Guerra mundial” – Studs Terkel.
Libro ganador del Premio Pulitzer en 1985.