«Las personas que suben al Everest, ¿están locas?. La gente muere en el Everest, se congelan, vuelven sin manos, sin dedos de los pies, se mueren los aplastan avalanchas. Otros salen propulsados hacia la luna en un transbordador espacial. ¿Para qué? ¿Para flotar en la ingravidez y contemplar la tierra?
Yo tomaba cosas que te hacían el mismo efecto sin tener que ir a nínguna parte. Sí, la gente moría pero, ¿era más insensato que las actividades que los seres humanos ponen en un pedestal?
Puedes tomártelo como una aventura. Hay gente que toma un camino en busca de un cierto conocimiento, y para conseguirlo deben afrontar grandes peligros con la posibilidad de provocarse graves daños. Pero ahí es donde radica el secreto escondido, ¿sabes? No digo que la gente no se pierda pero si tienes una brújula oculta a la vista, y los demás van en la dirección contraria y tu vas en esta dirección, ¿quien puede decir que no es un lemming y que tu dirección no es el camino de la razón? Tal vez todos caigan por el precipicio cuando se termina el mundo, sin saberlo. Es una sensación como… tal vez la bandada de pájaros esté caminando en la dirección equivocada.
Sin duda es el filo de la navaja. Tú y yo hemos emergido a la vez terrible y virtualmente indemnes. Es una paradoja de la experiencia humana tan profunda como otra cualquiera.
Fue una experiencia religiosa haber pasado por ello.»
Richard Lloyd –Guitarrista de Televisión
(Primera banda que tocó en el CBGB)
Extraído del libro «Por favor, matamé«