Se cumplen 40 años de uno de los discos más icónicos, London Calling, un punto de inflexión en la trayectoría de los Clash. Su tercer trabajo se distanciaba traumaticamente del punk – moda que ya se daba por acabada a finales de los 70 – para encontrarse con sonidos más clásicos. El ensanchamiento de su espectro, consecuencia de la gira por EEUU, abría un abanico que abarcaba desde el rock más clásico – guiño a Elvis Presley en la portada – hasta sonidos jamaicanos fruto de las influencias de los rudeboys procedentes de los guetos londinenses.
London Calling catapultó a The Clash a la fama, sin embargo la grabación fue un quebradero de cabeza, principalmente por la inclusión del inestable Guy Stevens como productor y su peculiar forma de entender la autenticidad.
“Creo que la opción de Guy Stevens como productor se me ocurrió a mí. […] Fuimos a su casa para conocerlo antes de empezar y estaba muy molesto por una película de Led Zeppelin que acababa de ver, The Songs Remains the Same, y tenía el disco en las manos y estaba cada vez más enfadado con las fantasías que había filmado el grupo. De repente, arrojó el disco disgustado y alcanzó a Joe en el ojo y lo derribó. Guy se mostró muy preocupado y corrió hacia Joe mientras éste yacía en el suelo con un moratón en el ojo. Fue una especie de reunión de preproducción”
Mick Jones (Guitarrista de The Clash)
Fragmento extraído del libro The Clash (Global Rhythm Press, 2008)
Guy Stevens era célebre en la escena musical. Primero como un reputado pinchadiscos de la noche del Soho de principios de los 60’s, responsable de que los jóvenes mods – incluidos miembros de bandas a la postre emblemáticas como Small Faces o The Who – desgastaran suela al ritmo de sus sesiones con temas de la Stax, Motown o Chess Records. Y después como gestor de un sello de R&B subsidiario de Island Records, sello originalmente de música jamaicana y exportador de este sonido a las islas.
Su elección tuvo bastante que ver con que musicalmente se encontraba en el mismo punto que la banda, en esa confluencia entre el soul, el rock, el R&B y el ska. Sin embargo a finales de los 70’s su comportamiento se había tornado errático y problemático a causa del alcoholismo y su particular visión de como plasmar la esencia de la banda en un disco.
«Apareció en el estudio vestido de hincha de un equipo de fútbol, con un montón de discos bajo el brazo y dando saltos por todas partes.
Aquello nos mosqueó un poco, pero Guy era así, estaba como una cabra. Mientras grabábamos los temas del disco, el tío cogía y nos tiraba botellas de cerveza a la cabeza, porque decía que eso despertaría nuestra agresividad. Teníamos que tocar esquivando los botellazos.
Jamás se sentó en la mesa de mezclas como cualquier otro productor, oh no, él no hacía eso. El no quería música. La música le importaba un bledo. El buscaba la emoción del grupo. Guy consiguió hacer saltar la energía de la banda y plasmarla en disco […]. Llegó a verter cerveza en el piano, y no por conseguir ninguna clase de sonido, sino para desgraciárnoslo. No quería que usáramos piano en el disco. Pero a pesar de todo es un gran tipo. Siempre ha tenido mala suerte.»
Joe Strummer (Voz y Guitarra en The Clash)
Fragmento extraído del libro The Clash de Sagrario Luna.
La compañía, CBS, no quería ni oír hablar de Guy Stevens, ya conocido por su conducta destructiva. Sin embargo a pesar de sus métodos poco ortodoxos y su mal estado de salud, la banda supo ver que tras sus extravagancias aun conservaba cierta intuición producto de un gran bagaje musical.
«Guy era un productor tremendamente peculiar, consideraba que la labor del productor era conseguir la máxima emoción del artista en el estudio. Guy lo hacía por lo que yo llamaba «inyección directa», desafiando al artista verbal y físicamente. Le golpeaba, lanzaba cosas, arremetía contra el equipo… todo para plasmar la emoción de la actuación. Claro, eso funcionaba mejor con alguna gente que con otra. Con Joe, funcionó.»
Bill Price (Ingeniero de sonido durante la grabación de London Calling)
Lo cierto es que Guy Stevens era por entonces una persona destruida, fallecería dos años después a causa de una sobredosis de medicamentos. Ver a una persona de su talento en ese estado fue un shock para la banda, quienes a pesar de las reticencias del personal del estudio y de la compañía discográfica, decidieron seguir con él hasta el final, creyendo que tenía mucho que aportar y que a pesar de sus métodos tan poco convencionales era capaz de plasmar en el disco la rabia y la tan característica de sus directos.
No obstante si en London Calling, The Clash dejaba atras la ortodoxia punk de los inicios, la esencia se mantiene gracias a la ingente y peligrosa labor de Guy Stevens.